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Para empezar no tenían la terraza montada, pero fuimos con un perrito así que se tomaron el problema de poner una mesa en la terraza. La chica que nos asistió fue muy amable y atenta, no dejó de posar en la mesa para ver cómo fue todo. Los platos salieron uno detrás del otro y sin prisas como les pedimos. La comida exquisita, especialmente algunos platos simples y más elaborados. Acompañan el atún con salsas que por nada ocultan el sabor, que era nuestro miedo. Todo muy bien elegido. Ciertamente respetaremos. El interior local es hermoso ideal para pasar una agradable noche.